Suiza, ahora saben ganar
Por mucho que Marty McFly y Doc se empeñaran y después de leer que aquello de los neutrinos se va a quedar en poco más que en motivo de chanza, parece que tenemos que volver a asumir que el tiempo es lineal. Pero como no hay mejor estímulo para intentar conseguir algo que te digan que es imposible, tenemos una tendencia innata a hacer que las historias sean circulares. Así les damos un principio y un final que acaban encontrándose porque ni uno es tanto ni el otro tan finito como parecía. Gracias a eso, lo que pasó ayer bien pudo ocurrir hace 28 años.
Minuto 20 de la segunda parte. Lis no piensa en hacer historia, sólo en hacer lo que tenía mimetizado de sus partidos en el Karbo: marcar goles. Cuando el balón llegó a sus pies, el resorte mental que sólo tienen los goleadores le llevó a dirigir un chut que se topó con el brazo de Moser. Lamo Castillo lo vio claro: penalti. La venezolana de nacimiento, pero gallega de adopción, no podía ni imaginarse que años más tarde sería periodista, productora y presentadora de televisión. Lo de marcar goles era algo tan inherente a Lis como su apellido: Franco.
Alfredo Di Stéfano lo dijo hace tres años a raíz de una polémica con el entrenador del Manchester United, Alex Ferguson: «El único Franco que conozco era un interior izquierdo en el Deportivo de La Coruña». Ese Franco, Rafael, era un argentino de Rosario, un esteta del balón que integró el gran quinteto ofensivo del equipo blanquiazul en la década de los cincuenta, la «Orquesta Canaro». Corcuera, Osvaldo, Franco, Moll y Tino, capaces de ganar 5-0 al Real Madrid en Riazor.
Sucedió que Rafael, un atacante especialista en los lanzamientos de penalti, se marchó de Galicia y años más tarde, ya convertido en técnico, llegó a ser seleccionador en Venezuela, a la que dirigió desde el banquillo en el Mundial de Chile en 1962. Tres años más tarde nació Luisa Franco Iglesias, y la familia acabó regresando poco después a tierras gallegas, donde Rafael había conocido a su esposa en su época de blanquiazul. Allí continuó su carrera (Ciudadela, Ferrol…) y mantuvo el afecto hacia «su» Dépor.
Volvemos al partido. Lis lo tenía claro. Llevaba desde los nueve años marcando goles. Unos pasos atrás, aspiración profunda, un vistazo al balón, exhala el aire y vislumbra el lanzamiento. Los casi cuatro mil espectadores presentes en el Municipal de Aranjuez se preparaban para cantar un gol. No uno cualquiera, sino el que se recordaría como el primero de la historia «oficial» (de la no oficial ya habrá tiempo de hablar) de la selección femenina, tras un estreno un mes antes con derrota 0-1 ante Portugal en La Guardia (Pontevedra). Lis, la hija de Rafael, la referencia ofensiva del que sería apenas dos meses después el primer campeón de España de clubes, tomó carrerilla, se aproximó al cuero, le pegó al centro y… Kunz atajó. 0-0 al final del segundo partido internacional de la selección y España seguía sin marcar.
Ese 30 de marzo de 1983 quedó marcado como el inicio de una serie de enfrentamientos con Suiza que siempre terminaban igual cuando las helvéticas pisaban césped hispano: sin victoria local. Los dos equipos jugaron cinco veces más hasta 1990, sumando las españolas dos victorias, siempre allende los Pirineos.
El 23 de octubre de 2011, España y Suiza volvían a medirse. No era en Aranjuez, sino en Las Rozas, y los espectadores se contaban por centenares, no por miles. Las apenas mil licencias de jugadoras que se calculaban existían en la época de aquel primer partido contra las centroeuropeas ahora se han multiplicado por veintisiete, pero había que volver al mismo punto, al que llaman «fatídico».
Abbé quería impedir a toda costa el primer gol español, y sujetó el brazo izquierdo de Adriana Martín, que se preparaba para rematar dentro del área. Jenny Palmqvist señaló falta, amarilla y penalti. La turolense miró primero al balón y se besó el anillo después. Entre medias, 1-0 para España. Lis no tuvo sucesora. Repitió Adriana para hacer el 2-0, pero la estadística que decía que los dos precedentes con la colegiada sueca dirigiendo habían acabado con empate a dos parecía empeñarse en cumplirse cuando Mehmeti hizo el 2-2. Otra vez Suiza, de nuevo sin ganar.
Dos minutos después, la historia quiso ser circular. Falta lateral con una gallega en el área, experta en hacer goles y con un padre entrenador de fútbol, quien le descubrió el juego y la ayudó a mejorar hasta llegar a la selección, pero no se llamaba Lis. Era Verónica Boquete, una santiaguesa que también ha pasado por América (del Norte), que juega ahora en Rusia y, que mientras intenta llegar a la luna busca un destino más cercano: Suecia. Leire Landa sacó en largo, el balón llegó a la frontal del área pequeña, y su cabeza, no por altura sino por inteligencia, atinó a impactar con el esférico. Thalmann no pudo hacer nada para evitar que ese objeto, circular, como esta historia, llegara al fondo de la red. Esta vez sí, victoria. 3-2 al final del segundo partido… de clasificación para la Eurocopa 2013.
P.D.: Una reflexión sobre los neutrinos y un vídeo de la Orquesta Canaro original.