La Copa en Donosti suena a trikitixa
Garbiñe no sabía si seguiría «muchos años en esto» (el fútbol) en 1988. Al ganar su segundo Campeonato de España con el Oiartzun, ella, como capitana, alzó una Copa cuyo precio en una tienda «no pasaría de las 3.000 pesetas» (unos 18 euros al cambio), en palabras de su entonces entrenador, Karla Lekuona. Casi al mismo tiempo, Kepa Junkera sacaba su primer disco, «Kepa, Zabaleta eta Motriku», imprescindible en el posterior auge de la trikitixa, el acordeón diatónico que tanto ha popularizado el músico bilbaíno.
Volvemos a Donostialdea. En 1997, el Oiartzun llamó por última vez a las puertas de un título nacional, aunque entonces todo se decidió por una moneda al aire. Ese día de junio, los penaltis y el Espanyol les privaron de jugar la final del torneo del KO. Desde entonces, el Eibartarrak (y eso ya es ir a la cuenca del Deva) es el único equipo del País Vasco que ha podido alcanzar una final de Copa y el Athletic solo ha alcanzado las semifinales en 2004.
Quienes sí tuvieron la suerte de su lado aquel verano fueron otras dos oiartzuarras, Alaitz Telletxea y Maider Zabalegi. Una pandereta, unas alegres composiciones, dos voces combinadas con buen gusto, y sí, una trikitixa, se combinaron en un disco que vendió 25.000 copias, todo un éxito en el País Vasco.
El dúo se separó a finales de 2004, el mismo año en que la Real Sociedad inició su camino en categoría territorial. Un viaje meteórico, pues dos campañas más tarde ya rozaba la Superliga. El sistema de ascenso (los campeones de cada uno de los seis grupos de Liga Nacional se reparten en dos grupos de tres equipos y juegan una liguilla a una vuelta) no tenía previsto que el Rayco -del que se decía que viajaba con una prima desde San Sebastián-, se colocara con una ventaja de 0-2 en una visita a Huelva en la que ya no se jugaba nada, mientras que al Sporting sólo le valía ganar por dos goles de diferencia para evitar el ascenso donostiarra en beneficio propio. En un segundo tiempo vertiginoso, las locales remontaron y disponían de un penalti a favor, pero entonces se produjo una invasión de campo que derivó en la suspensión del envite. La Federación tenía la palabra. Victoria por 3-0 de las blanquiazules y el ascenso, andaluz.
En verano, el Estudiantes, también de Huelva, renunció a participar en la siguiente edición de la liga por problemas económicos, y como mejor segundo de grupo, la Real Sociedad ingresó en la máxima categoría. Cuestión de monedas, finalmente. Tal vez por eso, en diciembre del año pasado, cuando las jugadoras de la Real Sociedad participaron en el programa «Euskal Kantuen Gaua» de EITB tenían muy claro qué canción iban a interpretar: «Txanpon baten truke» («Por una moneda»). ¿De quién? De Alaitz y Maider, claro.
Si alguien pensó que los éxitos de la Real Sociedad serían flor de un día, hoy puede ver, tras cinco años en la élite, que es más oportuno hablar de un árbol de sólidas raíces. Mañana, cuando dispute la semifinal ante el Barcelona, sabremos si además, lucen flores de campeón en sus ramas. Por cierto, el ganador de la Copa este año recibirá un trofeo hecho en seis kilos de plata de ley y Garbiñe (Etxeberria) no se ha perdido una sola de las temporadas de la Real Sociedad. El Oiartzun ya tiene quien le siga.